Aunque en general otras ideas (y en específico un sentimiento) han estado ocupando casi todos mis minutos los pasados 21 días, hay dos personas que en este mismo período me hicieron una cicatriz en la emoción.
La primera desafortunadamente, dejó el mundo de los que nos creemos vivos hace una semana tras más de dos años de luchar contra una enfermedad terminal. Tenía sólo algunos años menos de los que yo cuento y mucha más fuerza de la que creo tener. Lo digo porque supe cómo se aferró con coraje a la vida que se le iba. Con pronóstico de sólo seis meses, vivió cinco veces eso porque todo intentó pero sobre todo, porque no se quería ir.
La otra persona es un alpinista que hace diez días se quedó atrapado y herido en una montaña de Pakistán. Su compañero de montaña lo vió caer y lo ayudó, pero con pierna y brazo rotos lo mejor que podía hacer por él, era dejarlo y buscar ayuda. ¿Qué habrá sentido Oscar Pérez cuando Álvaro se fue? Seguro sabía que la espera era físicamente dolorosa y larga; es probable que tambien supiera que esperaba algo que podía no llegar. Así fue: el rescate se suspendió hoy, definitivamente.
Pienso en el ser humano a 6 kilómetros del suelo, congelado, herido y sólo. Pienso en Álvaro que lo vió por última vez hace 10 días; lo que pudo sentir cuando le dijeron que no buscarían más a Oscar. Pienso en los alpinistas del equipo de rescate y los porteadores. Pienso en Alma, más chica que yo (pero por mucho, más grande) tratando de entender por qué se moría su cuerpo. Increíblememente pienso en todo eso y no me hace sentir deprimido; me hace sentir profundo respeto y admiración por ellos y su condición de humanos.
"Siempre llegamos a donde nos esperan"(1) ...Que este Universo nos tenga a todos, de verdad, parados en el lugar y momento que debemos, con paciencia suficiente para cuando así no lo vemos.
(1) El libro de los Itinerarios.
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