Párate frente a una persona enamorada y verás algo muy claro: somos primates. Somos muy primates.
Enamorarse es todo es tan ilógico e irracional que tiene que ser insitintivo. Algo pasa en nosotros. Perdemos el control. Todo deja de importar. Se nos sale, se nos nota. No ha pasado nada, pero ha pasado todo. No fue algo que compramos, no fue algo que nos pusimos, no fue algo que creamos con las manos. No es algo que comimos. ¿Entonces de dónde salió? ¿Por qué creemos que necesitamos algo y sin tenerlo, sentimos que estamos por morir? ...como un perrito o un gorila que busca que le hagan cariñitos. Buscamos eso: que nos quieran de vuelta. ¿Por qué esa persona en específico? No sabemos.
Pero no es cierto: no lo necesitamos. Podemos vivir perfectamente sin que el amor sea recíproco. (... no lo aceptamos). Lo necesitamos de forma irracional y PRIMITIVA; lo queremos. Y pasa desde los 10, hasta más allá de los 80. No distingue.
Con el derecho quea da el libre albedrío, hay quienes dudan todavía si venimos o no del chango. Obviamente decirlo así es incorrecto: no, no venimos del chango. La teoría de la evolución es tantito más complicada que eso, pero la idea se entiende bien.
Volamos en aviones, usamos tecnología digital, construimos edicifios, hacemos desarrollos e investigación. Nos levantamos y nos vestimos con ropa que alguien diseñó y luego se manufacturó en procesos complejos. Lo mismo con los carros que utilizamos.
Inventamos el capitalismo, trabajamos en empresas con estructuras organizacionales, hablamos por celular con personas en lugares remotos, nos conectamos a internet con señales que viajan por el aire. En resumen: somos muy modernos.
Somos complicados y no nos sentimos animales. (Es cierto: con todo lo que hacemos es muy difícil creer que somos animales, iguales a los que no hacen todo eso que nosotros sí).
Pero nos enamoramos, y lo veo muy claro: somos primates. Todos sin excepción. Sólo primates, verdaderamente.
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