November 24, 2009

No medio; mucho.

Medio presionado, medio dormido. Hoy medio dormí.
Medio despierto, medio con prisa, medio con tráfico y medio no.
Llegando a las siete y media.
Medio estresado, con un retorno ya hecho (pero a la mitad).
Medio café y medio cigarro.
De pronto, abro mi facebook y me encuentro dos fotos:
Dos, y me hacen sonreír mucho.
No salgo en ellas, y no las subió un contacto mío
…pero sales tú.
Mucha nostalgia (no media). Mucha.

November 22, 2009

Libros

Sólo igual que correr 10 kilómetros, y probablemente igual que alguna buena droga (y seguramente menos físicamente-dañino),

Totalmente carne, y totalmente recomendable: Cometas en el Cielo, de Kahled Hosseini.
"El hombre sin conciencia, sin bondad, no sufre".

Totalmente sabroso, y totalmente recomendable: La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón.
"un libro es un espejo, y que sólo podemos encontrar en él, lo que ya llevamos dentro".


Los que, de tan malos, no pude ni siquiera terminar:

El viaje del elefante, de José Saramago.
Llegué a la página 143, de 270.

Inquieta compañía, de Carlos Fuentes.
Página 95, de 287.

...guácala.

August 16, 2009

Condición de humanos...

Aunque en general otras ideas (y en específico un sentimiento) han estado ocupando casi todos mis minutos los pasados 21 días, hay dos personas que en este mismo período me hicieron una cicatriz en la emoción.
La primera desafortunadamente, dejó el mundo de los que nos creemos vivos hace una semana tras más de dos años de luchar contra una enfermedad terminal. Tenía sólo algunos años menos de los que yo cuento y mucha más fuerza de la que creo tener. Lo digo porque supe cómo se aferró con coraje a la vida que se le iba. Con pronóstico de sólo seis meses, vivió cinco veces eso porque todo intentó pero sobre todo, porque no se quería ir.
La otra persona es un alpinista que hace diez días se quedó atrapado y herido en una montaña de Pakistán. Su compañero de montaña lo vió caer y lo ayudó, pero con pierna y brazo rotos lo mejor que podía hacer por él, era dejarlo y buscar ayuda. ¿Qué habrá sentido Oscar Pérez cuando Álvaro se fue? Seguro sabía que la espera era físicamente dolorosa y larga; es probable que tambien supiera que esperaba algo que podía no llegar. Así fue: el rescate se suspendió hoy, definitivamente.
Pienso en el ser humano a 6 kilómetros del suelo, congelado, herido y sólo. Pienso en Álvaro que lo vió por última vez hace 10 días; lo que pudo sentir cuando le dijeron que no buscarían más a Oscar. Pienso en los alpinistas del equipo de rescate y los porteadores. Pienso en Alma, más chica que yo (pero por mucho, más grande) tratando de entender por qué se moría su cuerpo. Increíblememente pienso en todo eso y no me hace sentir deprimido; me hace sentir profundo respeto y admiración por ellos y su condición de humanos.

"Siempre llegamos a donde nos esperan"(1) ...Que este Universo nos tenga a todos, de verdad, parados en el lugar y momento que debemos, con paciencia suficiente para cuando así no lo vemos.

(1) El libro de los Itinerarios.

August 10, 2009

De 5.00 a 12.00

Te quiero, sobre todo, en las mañanas.
En el instante en que todavía no despierto pero ya no estoy dormido, te quiero más de lo que pienso.
Cuando lo que soñé de ti se está justo deshaciendo en mi conciencia,
me queda en el pecho la sensación de que te quiero.

Empezó hace tiempo, con un leve dolor en la parte media de mi cuerpo; en mi estómago.
Subía a mi cabeza hasta llevar mis manos para detenerla, como si se me fuera a caer.
Luego salía de mi boca una exhalación, como creyendo que saliendo el aire, te saldrías tú, pero sólo entrabas más.

Te quiero siempre y lo sé, pero sobre todo en las mañanas.
Temprano siento que me faltas.
Cuando apenas empieza la luz y el día, te veo aunque no estés, con todo nivel de detalle, que de ti me aprendí.

Te necesito a casi todas horas, es cierto, pero sobre todo en la mañana.
A la gente le pasa, que ríe tanto que termina llorando. Yo lo vivo a la inversa: porque en la mañana me concentro en ti y siento como si fuera a llorar de intensidad, pero termino sonriendo.
Sonriendo de que existas; sonrío de quien eres.
Sonrío porque te quiero. Te quiero, sobre todo, en las mañanas.

July 12, 2009

Córrele...

Comencé a correr hace casi cinco años y desde entonces no he parado. Tengo que agradecer a un muy buen amigo mío el haberme convencido poco después, de participar en mi primera carrera de diez kilómetros. Sin saberlo, me inscribió entonces en la más sustanciosa cátedra (y la más larga) que he presenciado. Al nivel, y pienso a veces que más arriba, de cualquiera de las mejores clases de universidad que tuve.


Todavía me acuerdo de mis primeras carreras con nostalgia y emoción. Al principio la meta era completar los 10K al menos y luego, poco a poco, mejorar mi tiempo en cada una. En las primeras dos o tres, recuerdo terminar con ampollas en los pies y cicatrices en los talones. Me impresionaba descubrir un mundo que yo no conocía; jamás imagine que hubiera tanta gente interesada en correr. Me quedé totalmente enganchado: ver señores y señoras de arriba de sesenta años que me pasaban con velocidades buenísimas; niños y gente en silla de ruedas, muletas o con parálisis. La sensación es simplemente increíble: motivación al mejor estilo y sin los toques baratos y chafas de Miguel Ángel Cornejo o libros como "Quién se ha llevado mi queso". Hoy (y desde hace bastante tiempo) mi mamá y mis hermanas también corren, y además me encuentro amigos que ya son una constante en las carreras y otros que por primera vez se animan.


La gente que ha corrido sabe bien de lo que hablo y lo que significa esta cátedra de la vida. Leí un artículo sobre un hombre que diagnosticaron con cáncer y hablaba de cómo correr le salvo la vida. No lo curó del cáncer, pero le salvó la vida que le quedaba por delante. Él decía que cuando corría se decía: "el cáncer podrá quitarme todo, incluso los años que están por venir, pero hay algo que ni el cáncer ni nadie más, pueden quitarme: esta carrera". Tenía razón. La carrera es mía y cuando la corro yo tengo el control. Las metáforas de la acción misma de correr son muchas; cuando estoy indeciso, confundido o me siento perdido, corro. Cuando lo hago, no se a dónde voy, pero sé que si sigo corriendo voy a llegar. Siempre llego.


Entre las muchas cosas que he aprendido (y sigo aprendiendo) de las carreras, está entender y de verdad, aquél trillado slogan de que la carrera es con uno mismo y no con los demás. Se que esa sí suena como frase ordinaria de auto superación, pero sólo corriendo cobró un sentido real y valioso. Ver que la gente te pasa al lado y te gana, no te preocupa sólo te reta: te motiva. A mi hermana por ejemplo, una vez que casi no podía y tuvo que detenerse, se le puso al lado un señor que llevaba muy buen tiempo y ritmo y le dijo "Vamos, no te detengas. No me voy a ir hasta que no vuelvas a correr, porque sabes que sí puedes." Ése es el espíritu de la mayoría de los que corren. Es por eso que sólo en esas carreras es cuando siento el "cuero chino" al cantar el himno nacional antes de comenzar. Por que se que habemos cuatro, diez, o veintemil mexicanos cantándolo, y de esos mexicanos sí me siento orgulloso y me siento parte. Mexicanos con metas, con intención, con decisión, que se levantaron en domingo a las cinco o seis de la mañana para probarse que son capaces de cumplir algo que decidieron hacer.


Corriendo entendí la importancia de confiar en ti, de ser constante, de tener una estrategia, y también de saber que hay gente que cree en lo que haces y se emociona junto contigo por tus logros: la gente que no corre pero te anima en el trayecto. Es increíble que aunque esa gente no correrá, se levantan igual de temprano para pararse junto al camino y acabarse la garganta gritándote que sí puedes, que sigas, que ya casi llegas. Invariablemente ves cómo la velocidad de los corredores aumenta cuado pasan por estas porras.


Nunca he ido a terapia psicológica y no se si lo haga. Si en algo puede competir con correr, entonces es algo que definitivamente debo probar, aunque lo dudo; puedo asegurar que la vida se ve diferente después del kilómetro 4. Es así de rápido. No necesitas más que a ti mismo y el piso. Puedes ir en cualquier dirección; tan rápido o lento como prefieras (porque es TU carrera). Puedes pelear contra tus piernas o relajarte y disfrutar la vista (como cuando corres en la playa) y sentir los pulmones trabajando. Y al final está eso: la sensación de saber que puedes hacer algo que decidiste hacer.


La Vida tiene caducidad: córrele.